El MITECO lanza una expresión de interés para identificar mecanismos para el impulso de comunidades energéticas locales como herramienta de recuperación económica frente al COVID-19

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico  (MITECO) ha lanzado el pasado 22 de enero, una nueva convocatoria de expresiones de interés para recabar propuestas e información que faciliten la definición y concreción de las líneas de actuación en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) para reactivar la economía frente a la pandemia provocada por el COVID-19. En concreto, esta convocatoria se centra en iniciativas que promuevan las comunidades energéticas como nuevos modelos para democratizar la producción energética a través de un sistema organizativo controlado por un conjunto de ciudadanos, pymes o entidades locales.

La extensión de este modelo permitirá avanzar más rápido hacia un sistema eléctrico 100% renovable, lo que propiciará ahorro en costes energéticos para consumidores domésticos, industriales, del sector servicios o público y, al mismo tiempo, jugará un papel relevante en la generación rápida de actividad y empleo, no solo de forma directa, sino también por el efecto tractor sobre las distintas cadenas de valor locales. Todo ello, proporcionará beneficios económicos y sociales a sus socios o a su área local, de especial trascendencia en un contexto de recuperación económica.

De igual modo, al fomentar no solo las renovables –la tecnología de generación de energía más barata-, sino también el autoconsumo, la implantación de este tipo de comunidades puede contribuir de forma decisiva a mitigar las situaciones de vulnerabilidad y pobreza energética a partir de modelos que garantizan el derecho de acceso a la energía colocando al consumidor, convertido ya en productor, en el centro.

DEMOCRATIZAR EL SISTEMA ENERGÉTICO

Las comunidades energéticas permiten pasar de un modelo convencional, en el que la ciudadanía, las empresas y los ayuntamientos y entidades locales se limitaban a ser clientes, a un modelo más participativo, basado en energías renovables y abierto a nuevos actores. En definitiva, un modelo democratizado, más flexible, de producción cercana al punto de consumo, generador de actividad económica local y respetuoso con el entorno natural. Las comunidades favorecen el desarrollo del autoconsumo, la eficiencia energética, nuevas fuentes de inversión en la descarbonización, una mejor integración y acompañamiento de las infraestructuras energéticas en el territorio, la reducción de pérdidas por transporte y distribución, el aprovechamiento del espacio urbano para la generación renovable, una mayor concienciación energética y climática en la sociedad y el surgimiento de nuevos modelos de negocio.

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