La Ley de Cambio Climático y de Transición Energética es uno de los principales retos que tiene nuestro país para cumplir con los compromisos establecidos en la COP21 y con los objetivos fijados por la Unión Europea.

Representa también una oportunidad única para definir de forma consensuada con todos los agentes de la sociedad una hoja de ruta que permita llevar a cabo una transición energética hacia un modelo de economía sostenible y económicamente eficiente, competitivo y resiliente a los efectos del cambio climático. En este escenario, la eficiencia energética es una de las palancas fundamentales para llevar a cabo esta transición en un país en el que tenemos un parque de producción excedentario, un precio de la energía superior al de nuestros vecinos y una intensidad energética igualmente más elevada que las economías con las que competimos a nivel nacional. La eficiencia energética debería tenerse en cuenta como uno de los componentes del mix de generación y dedicándole los recursos financieros necesarios, así como invirtiendo en el refuerzo de las competencias y del sector para impulsar de verdad este eje de competitividad, evitando de esta manera costosas inversiones en nuevas infraestructuras e instalaciones de generación.

Por ello, y para este ejercicio de 2018, nuestro deseo sería que la eficiencia tenga de verdad un papel preponderante en la nueva política energética nacional que, a través de la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética, esperemos que vea la luz en 2018.